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El peor día de mi vida

El 19 de septiembre de 1985 fue el peor día de mi vida. Mis recuerdos de ese día están ligados a una lluvia muy fuerte de la noche anter...

Monday, September 27, 2010

Oye, amor...

Ella: - Oye, amor, muchas gracias por traerme al estadio. ¿Te dije que nunca había venido antes? Esto del futbol no es tan malo como pensaba. Y no está tan aburrido. 
Hace una pausa, denotando que sí, en efecto, es un poquito tedioso, pero ella es una buena novia y va a hacer lo posible porque ninguno de los dos se aburra como ostra. Como en la cancha no pasa nada, se pone a ver a la gente subiendo, buscando un lugar entre las gradas.
Ella: - ¿Ya viste las fachas de la chava de allá? ¡Qué horror! ¿A quién se le ocurre venir con botas a ver un partido? ¿Amor?… ¡amoooor!
Él voltea hacia ella, los ojos en la cancha. Se oye un grito de frustración de toda la gente: -"¡NOOOOOO!" Él se pone de pie, junto con la mayoría de los espectadores, las manos crispadas hacia el cielo.
Ella espera un minuto a que él vuelva a sentarse: - Ay, perdón, no quería distraerte, ¡pero es que no me hacías caso, baby! Además, ni fue gol. Mmmh… ¿o sí? -Voltea a ver el juego, con mucha atención, estudiando a los jugadores. - No, ya están jugando otra vez. Bueno, entonces, como te decía, no entiendo cómo… oye… ¡oye! 
Él se vuelve a parar, casi tirando el vaso de cerveza en su mano. Se escucha que todo el estadio aguanta la respiración.
Ella: - ¡Ash, ya nada, olvídalo!
Él: - ¿Huh? ¿Que olvide, qué? Perdón, pero… ¡tira, TIRA! 
Él comenta algo con el sujeto del otro lado. Como hay mucho ruido, ella no lo escucha muy bien. Algo acerca de qué malo es ese delantero, que no sabe cómo sigue en primera. ¿En primera? ¿Qué es eso? Tendrá que preguntarle después.
Ella, ligeramente autoritaria: - Ya te dije, amor, que me gusta que me veas a la cara cuando me hablas. -Lo toma de la barbilla y le gira la cabeza para verlo a los ojos. Él la mira, amoroso y ansioso a la vez. -Sí, así. Gracias por consentirme, cosita. 
Le da un besito. Él le corresponde, pero sus ojos no se alejan de la jugada, allá abajo en la cancha.  
Ella: - Pero no te distraigo, ¿verdad? Oye, ¿por qué a ese anuncio le falta la 'M'?
Él: - ¿Eh? No sé, seguro que... -deja la frase al aire, distraído, siguiendo el balón.
Ella: - Sí, mira, ahí, donde está el árbitro de allá, el que levantó la bandera. 
Le jala la playera del hombro, y señala con la mano. Cuando no obtiene reacción alguna, voltea a verlo intensamente. Él siente la mirada, la ve a los ojos y le sonríe. Se tarda un par de segundos en detectar la impaciencia y el dedo de ella señalando a un lado de la portería y asiente con la mirada al ver el letrero.
Ella continúa: - ¡Ah, ya vi! Parece que no sirve bien. Yo creo que ésos de allá son los que lo están reparando, ¿no? Sí, eso es. ¿No crees que son muchos anuncios para ellos dos? Pobres.
Él (junto con todo el estadio): - ¡NOOOO...!
Ella: - No, ¿qué? ¿Qué tienes, amor? Perdón, es que me distraje. Dime, ¿qué pasó? ¿Fue esa cosa del “afuera de lugar” que me explicaste? ¡Pues que lo amonesten! Porque siempre los amonestan, ¿no? Y entonces tienen que tener más cuidado para que no les saquen la roja. ¿Viste cómo sí te hago caso cuando me explicas, cosi? 
Ella sigue la mirada de él, sin saber exactamente qué buscar. El balón lo tiene el portero en las manos, cerca del anuncio de hace rato.
Ella: - ¡Ah, mira! Ya arreglaron el anuncio. Ya se ve bien la “M”. Bueno, ya no, porque ya cambió. A ver si ya lo ponen otra vez. Éste no me gustó, como que no le veo el chiste. 
Se queda un minuto en silencio, buscando algo alrededor de la cancha. 
Ella: - Oye… si los anuncios están allá, entonces las cámaras tienen que estar arriba de nosotros, ¿no? Amor, nunca me dijiste si este partido iba a salir en televisión. Pero, ¿y si salgo con estas fachas? ¡Qué horror! 
Le da un golpecito, juguetona, en el hombro. Gira hacia atrás y busca algo arriba de ellos, en la parte alta del estadio. 
Ella: - ¡Ah, sí! ¡Mira, mira! Allá está la cámara. Pero, pero… ¡no nos está viendo! A ver, ayúdame a gritarle. 
Agita los brazos sobre su cabeza. 
Ella: - ¡Acá! ¡Acá! Baby, ayúdame. ¿Por qué no me haces caso?
Él: - Mi amor, estamos viendo el partido…
Ella: - Ah, sícierto. Oye, amor, ¿te dije que me encantó que me invitaras al estadio? ¡Gracias! ¡Eres el mejor! ¿Me das un besito? ¡Anda!
Él: - Claro, mi vi… ¡GOOOOOOOL! ¡Noooo! ¡No lo vi! Pero, pero… ¡GOOOOOOOOL! 
Se levanta de un salto y avienta lo que queda de su cerveza hacia arriba, celebrando. Todo a su alrededor son gritos felices, lluvia de cerveza y gente felicitándose.
Ella, abrazándolo y utilizando la estatura de él para taparse la cabeza: - Ay, sí, ¡gol! ¡Qué bueno! Pero no te preocupes, seguro ahorita lo pasan otra vez en las pantallas.
Ella quiere seguir hablando, pero las porras y los gritos duran un par de minutos más. Mientras, se fija en las pantallas del estadio.
Ella: - ¡Mira, mira! ¡Ahí estamos! ¡Hola, mamá! Amor, ¡amor! Mira a la cámara. Mmmh… no, ya no. Ya no nos viste. Ya están los jugadores otra vez. Bueno, a ver, mi vida, ¿me explicas otra vez eso del “afuera de lugar”, porfis?