Friday, April 27, 2018
¡Plínnn...!
Tuesday, April 17, 2018
Niña de banqueta
Me acuerdo de Ana.
Antes de Ana, era el Chucky. Creo que alguien le
puso así porque se parecía al muñeco de la película, ése feo. ¿Lo conoces? Es
un muñeco muy malo. Pero el Chucky no era malo. Casi no lloraba y dormía todo
el día. Pero ni se parecía tanto. Sólo era güerito y tenía muchas pecas. Ana
era linda y sonreía mucho.
De Abel casi no me acuerdo. Yo era muy pequeña.
¿Y antes de Abel? Yo creo que hubo otros. Siempre
hay. Siempre tiene que ir uno más chiquito. Así sacas más.
Ayer perdimos al Bebé.
Bueno, la verdad, no se llamaba el Bebé. Después de
Ana, Mari decidió que ya no les diríamos por su nombre. Dice que así no te
encariñas tanto, no te preocupas tanto cuando se enferman y puedes hacer como
que no te importa. Casi no lloras cuando se mueren.
Nadie se dio cuenta cuando se murió el Bebé, de tan
calladito que era. Se durmió en la mañana y ya no despertó. En la tarde Mari me
dijo que ya no se movía desde hace rato, que se estuvo fijando bien y ya no
respiraba. Y es que ella ya sabe, ya le ha pasado varias veces. Como los trae
todo el día envueltos en el chal, luego luego se da cuenta.
Pero nos tuvimos que quedar hasta que juntamos
todo. Cuando a Mari se le cayó Ana, nos regresamos rápido, para llevarla al
hospital, pero la tía Mona se enojó mucho cuando nos vio llegar. En realidad,
no es nuestra tía, pero si no le decimos así nos pega. Mari ya no llora cuando
le pegan, pero a mí toyavía me duele, así que sí lloro, pero poquito
nada más porque ya soy grande.
Esa vez, la tía Mona ni siquiera quiso revisar a
Ana. Solo le dio más medicina para que dejara de llorar y nos mandó a la calle
otra vez. Creo que se le pasó la mano, porque en la noche se la llevaron al
doctor y ya no la volvimos a ver. Espero que el doctor la haya curado y ya esté
bien.
Al otro día nos dieron al Bebé. Siempre tenemos que
ser tres. Dicen que así funciona mejor: una niña muy grande de doce años, para
que cargue al bebé; una niña grande de seis años para que pida el dinero y un
bebé. Somos Mari, yo y el Bebé.
Yo ya soy muy buena en esto. Me acerco a los que
van caminando, les jalo un poquito el suéter o el saco para que me vean, les
sonrío y les pido una moneda. Pero no hay que tocarles la bolsa a las señoras o
se enojan. En la mañana, casi siempre nos dan un pan o un bolillo y lo
compartimos entre Mari y yo. Al Bebé no le toca, porque siempre está dormido.
Si se despierta, le damos un dulce o tantito pan y Mari le da su medicina otra
vez para que se duerma. Y así estamos en la banqueta todo el día.
¿Y qué hago mientras? ¡Pues juego! Mari es mi
amiga. Ya me enseñó a contar hasta el veinte y a escribir su nombre. ¿Sabes
contar hasta el veinte?
Mari se sabe muchas canciones y las cantamos
juntas, pero no sé qué dicen. Suenan muy bonito cuando las canta así,
despacito. Dice que me va a enseñar náhual también. Y yo soy muy
buena aprendiendo cosas.
También contamos cuentos. Mi cuento favorito es el
de la Cenicienta. A ella también la trataban mal (¡eso no se hace, es
grosero!), pero después su hada madrina apareció y la ayudó con su magia y
conoció al príncipe y se casaron y ahora es una princesa.
Yo creo que mi hada madrina no me encuentra, porque
todo el tiempo estamos cambiando de banqueta. Pero siempre le dejo una moneda
chiquita debajo de una piedra cuando nos vamos, para que sepa que pasé por ahí.
¿Te digo algo, que solo le he contado a Ana? (Es
que es un secreto. ¡Shhh!) A veces, cuando volvemos a esas banquetas, reviso ¡y
ya no están!
Un día me va a encontrar.
Vas a ver.