Tengo la firme creencia de que
todos medimos el tiempo de formas diferentes.
Sí, claro, antes todos teníamos
relojes y era más difícil afirmar esto. Aun así, no todos los usábamos para lo
mismo. Hay quien lo llevaba porque combinaba con su atuendo, aunque jamás viera
la hora. O quien nunca lo consultaba – y ni le importaba – pero siempre
contestaba cortésmente a un “¿Quiórason?” en la oficina con la hora exacta. Es
más, alguna vez conocí a alguien que no sabía leer la hora en los de manecillas
y traía un reloj así, porque “se lo habían regalado y estaba bonito; ni modo de
no usarlo.”
Es curioso. Sentimos la necesidad
de traer algo que nos diga con segundos de precisión a qué hora debemos
despertarnos, cuándo tenemos que tener hambre, cuándo podemos descansar, jugar,
ejercitarnos, hacer el amor, salir con prisa, hablar con los que queremos.
Parece que necesitamos la hora exacta para saber vivir.
Y ahora que ya todos tenemos
teléfonos celulares, el tiempo pareciera estar aún más en nuestra contra. No
solo medimos nuestras vidas con el cambiar de los números de la pantalla, sino
que asumimos que el tiempo de los demás es más valioso que el nuestro y nos
desvivimos por contestar sus mensajes y comentarios. Medimos el tiempo en
porcentaje de batería, en likes y en comentarios.
Debe haber algo mejor, ¿no? Una
manera de medir el tiempo a nuestro ritmo, sin que se nos vaya la vida en ello
y corramos como el conejo de Alicia:
“¿Lo ves? ¿Lo ves?
¡Ya son más de las tres!
¡Me voy, me voy! ¿Qué tal? ¡Adiós!
¡Me voy, me voy, me voy!”
Antes de tanta tecnología para
ahorrarnos tiempo y aprovecharlo mejor, la gente se tomaba el necesario para
caminar, compartir y, claro, medían el tiempo:
En charlas.
En letras.
En suspiros.
En páginas por leer.
En cafés.
¿Yo? Mido el tiempo en mundiales[1],
en canciones[2], en
fiestas de cumpleaños[3],
en libros leídos[4] y
en momentos que faltan para poder escribir, llamar, reír.
¿Será por eso que siempre se me
hace tarde?
[1]
“Hace un mundial que nos cambiamos de casa.” – traducción: Brasil 2014
[2]
“Ya casi llegamos. Unas tres canciones, máximo.”
[3]
“Hace dos cumpleaños que pintamos esa pared.”
[4] “La conocí justo cuando empecé Usted & la Canción Mixteca.”
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